El paisaje se construye desde adentro.

Aline Petterson

miércoles, 8 de marzo de 2017

Isis




Tus ojos, amanecer sobre senderos silvestres 
Aura que desde los bosques llegas 
A los tejados de barro. 
Tus ojos seducen los días  
Como el vuelo abierto y apacible del halcón.  
Son luciérnagas,  
Mariposas de alas transparentes sobre la pradera. 

Las estaciones vagan sin precisión por tu piel 
Y en tu cabello crecen versos nocturnos, 
Como agua nutren tus memorias,  
Saben a cacao, a la selva del sur, a los cafetales del itsmo. 
Acarician el deseo de tu amado,  
Se deslizan en eterna candencia sobre tus hombros. 

Eres reina y dueña del sabor en tus labios,  
En la humedad de tu lengua, dulce savia. 
Tu boca es canto, decreto de ilusiones en la bóveda nocturna,  
Amuleto. 
Tu boca es nido de verdad y creación. 

En tus mejillas el color emerge intenso, apasionado 
Es la luz del amor sobre tu piel,  
Un verano sosegado de brisa jubilosa  
Un otoño de vientos tempestuosos. 

Vaga la mirada ansiosa sobre tu pecho,  
Alimento furtivo de fuego. 
Fulgor de los dientes presurosos y anhelantes,
Son tus pezones la cúspide donde las manos  
De tu amado hacen del amor un idilio 
Y tu vientre el origen, espasmos venturosos.  
En él la creación tiende su eternidad.  

En tus caderas el infinito 
Es la espesura de la selva interrumpida por  
El movimiento instintivo del felino, 
Es la fuerza del mar arrojándose sobre la arena. 
Tus piernas se yerguen como viejos robles 
Sabias, conocen el camino que tus pies descalzos han de elegir 
Esos pies de raíces profundas y ligeros; 
Libélula sobre humedales y manglares 
En busca del manantial.

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